viernes, 13 de febrero de 2009

La Fábula de la Cabina Telefónica

Manolito tiene 8 años. Juga en la calle al fúrgol con sus compis y hace caso a su mamá. Fruto de lo segundo, esta le ha dado "20 duros" para ir al ultramarinos de la esquina a que se compre "chuches". Manolito entra con toda su ilusión...

Manolito - ¡Hola! ¿A cuanto están los "Peta-zetas"?

Tendero - A quince pesetas.

M - Pues dame uno, un "Flash" de fresa y un chicle "Boomer".

T - Muy bien, chico. Son 35 pesetas.

M - Tome, 100.

Manolito está contento, sabe que le quedan 65 pesetas para mañana y espera a recibir el cambio. El tendero guarda los 20 duros en la caja. Manolito mira al Tendero. El tendero mira a Manolito con el semblante de quien no entiende la situación.

M - ¿Y el cambio?

T - ¿Que cambio?

M - Te he dado 100 pesetas, y esto solo cuesta 35.

T - ¿Y?

M - Me debes 65.

T - Eh... no.

M - ¿Por que no? Dame mis 65 pesetas.

T - No te las puedo dar.

En este instante Pepito entra en escena. Tiene 9 años y con estas edades un año más supone un buen "plus" de experiencia.

P - Es que no se lo has dado cambiado. Si se lo das cambiado te devuelve cambio.

M - ¿Como? ¿Se lo tengo que dar cambiado para que me de cambio? ¡Si se lo hubiera dado cambiado no haría falta el cambio, ¿no?!

P - Hombre, puedes gastar hasta llegar a las cien pesetas.

M - Pero yo no me las quiero gastar ahora.

P - No te queda otra. Por lo menos aprovéchalo.

Manolito no entiende nada. Acaba dejandose las 65 pesetas en platanitos, y sale cabizbajo. Se lo voy a decir a mi madre, piensa. Pero no lo hace. Se lo come todo y acaba en la taza del water devolviendo los 20 duros a su lugar de origen.


Moraleja

Cuando existían las cabinas de Telefónica, ¿quien no se ha sentido como un manolito cualquiera? Llamábamos, se quedaban con el cambio y mucho me cago en la puta de bastos pero no hicimos nada. Nada que sirviera para algo.

Total que acabamos todos con un móvil en la mano. Movistar, por supuesto. Pero no todo es felicidad en Telefónica. Telefónica sóis unos hijos de puta pero os caeís de tontos. El negocio de la telefonía móvil se ha repartido entre tres grandes multinacionales, y si bien una es Telefónica, habéis perdido cuota de mercado y la oportunidad de sacarle partido al único servicio en el que podíais conservar el monopolio: las cabinas. No os hubiera costado nada, bueno si, un poco de visión de mercado. Si las cabinas hubieran tenido un precio razonable y no R-O-B-A-R-A-N (...si, con todas sus letras, eso es robar) quizás la necesidad de móviles se hubiera retrasado, y hubieraís copado el mercado durante más tiempo.

Nada me haría más feliz que Vodafone comprara Telefónica. O mejor, que os comprara Orange y os arrastrara a lo más profundo del averno empresarial.

Por favor, quiero vivir para estar allí y poder verlo.

1 comentario:

  1. Y qué fue de aquellas cabinas tan entrañables, con sus puertas que se echaban a los lados para dejarte paso, previo fuerte empujón.
    Eso era, claro, una cabina de verdad (a este respecto, muy recomendable ver Última Llamada, con Colin Farrell y Kiefer Sutherland haciendo acto de presencia los últimos cinco minutos, que encima cobraría el jodio).
    No creo que un sistema honrado de cabinas hubiese retrasado el auge de los móviles, pero me encanta el planteamiento y el simil con las chuches.
    Lo malo es que no tenías ni opción de inflarte a platanitos. Cuántas cabinas habrán sido aporreadas, y cuánta gente ha tenido que ser vergonzósamente rescatada por los bomberos por haber metido la mano en la cajetilla del cambio, en busca, probablemente, sólo de justicia monetaria.

    Sigue, Fer, sigue, que no decaiga.

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